Todo en la vida es equilibrio, una lucha entre el bien y el mal, lo sagrado y lo pagano. Así, la Iglesia Católica no solo rinde homenaje al sacrificio hecho por Jesús para la salvación de todos nosotros, sino que nos recuerda que existe un lado obscuro en todo ser humano, un camino por el que todos transitamos antes de la redención.

Así, el Miércoles de Ceniza es un día santo cristiano de oración y ayuno que está precedido por el Martes de Carnaval y es el primer día de Cuaresma, un periodo de 40 días que conducen a -y culmina en- la Semana Santa. Su fecha es movible ya que el calendario litúrgico se rige por el ciclo lunar.

Como celebración en occidente, el Carnaval es derivado del Cristianismo. En sus inicios, este tiempo de desenfreno permitía la satisfacción carnal y exacerbaba costumbres paganas. Sin embargo, con el transcurrir de los siglos su significado de libertinaje ha quedado opacado, y se conserva la alegría que celebra al ritmo de música y disfraces coloridos.

El Carnaval en Venezuela se inició en los tiempos de la Colonia y consistía en juegos rudos cuya arma era agua, polvos y otras sustancias. También se realizaban bailes callejeros en los que hombres y mujeres compartían gestos considerados amorales. En pleno siglo XVIII el Obispo de Caracas Diez Madroñero, convirtió el carnaval en tres días de rezos, rosarios y procesiones.

Todavía hay comunidades que hacen guerras de bombas de aguas, fiestas de disfraces y comparsas, especialmente en los poblados que mantienen las tradiciones. En la actualidad, en las ciudades, esta fiesta se ha limitado a disfraces y viajes a la playa.

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